Y, si el propio proceso de producción del queso es precioso, tampoco lo es menos la historia de Gaztañaditxulo. Dicen que no existen casualidades… ¡pero su comienzo casi lo fue!
La quesería la gestiona el amasarra Ander Barandiaran, con la ayuda de su madre, su pareja Oihana y su hija Xune.
Al principio sólo tenían 10 ovejas, latxas de cabeza negra, y hacían queso para casa, en la propia cocina del caserío. Al poco tiempo ofrecieron más ovejas a Ander, y en vez de comprar unas pocas, se volvió a casa con todo el rebaño. ¡Ahora tienen casi 400 cabezas!
También han dado el salto de la cocina a la quesería. Además del queso con Denominación de Origen Idiazabal, también producen Artzai Gazta, el sello que acredita que el proceso es realizado íntegramente por ellos.
Un trabajo diario
En la visita tuvimos la oportunidad de aprender mucho sobre las ovejas y los corderos: por ejemplo, que cada oveja puede dar hasta 200 litros al año o que sólo tienen un periodo de crianza de dos o tres corderos al año. También los cogimos en nuestras manos y les hicimos unos mimos, ¡claro!
Y es que el cuidado de los animales es imprescindible. Y así lo hace Ander cada día. Se despierta a primera hora de la mañana y sigue casi el mismo proceso: poner a calentar la leche del día anterior, ordeñar las ovejas, darles el pienso, sacarlas al pasto, elaborar el queso, y al anochecer, volver a ordeñar las ovejas. En verano, en cambio, las ovejas pastan en el monte Atxurbi, adonde acude todos los días.
A día de hoy la sala de ordeño la tiene mecanizada, ya que es más higiénica y supone un importante ahorro de tiempo.
Claro que también hay que mirar la rentabilidad: hoy en día, lo que más dinero da es sacar leche y producir queso. Ahora vender carne de cordero ya no es tan rentable. Tampoco la lana, cosa que hace unas décadas era la mayor fuente de dinero.